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La ciudad fortificada de Carcasona

Ejemplo excepcional de ciudad medieval fortificada, la ciudad de Carcasona ha desempeñado un papel de máxima importancia en la historia del Languedoc y el sur de Francia. En el siglo XIX, el trabajo de restauración de la ciudad, dirigido por Eugène Viollet-le-Duc, permitió recuperar su apariencia única. Forma parte del Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1997.

La ciudad medieval de Carcasona está dotada de un extraordinario sistema de murallas que rodea el castillo y las dependencias asociadas, sus calles y su soberbia catedral gótica. «Carcasona también debe su excepcional importancia a la larga campaña de restauración realizada por Viollet-le-Duc», recuerda el sitio web de la Unesco.
Una obra de restauración única realizada en el siglo XIX

Al final de la cruzada contra los albigenses, la histórica ciudad fortificada de Carcasona se transformó en lugar emblemático del poder del rey de Francia, en la frontera aragonesa. Bajo los reinados sucesivos de Luis IX, Felipe el Atrevido y Felipe el Bello, adquirió su fisionomía definitiva.

A principios del siglo XIX, la ciudad es una fortaleza con murallas medio derruidas, encaramada en un promontorio de difícil acceso. Habrá que esperar hasta la segunda mitad del siglo XIX para que se beneficie, bajo la dirección de Eugène Viollet-le-Duc, de una de las obras de restauración más importantes jamás realizadas hasta entonces.

De 1846 a 1852, el arquitecto realiza un trabajo excepcional, que consiste en sacar partido de todas las huellas materiales visibles en las mamposterías, y susceptibles de aclarar el conocimiento del edificio… A partir de estos indicios, a veces reducidos, restaura la fortaleza, refiriéndose a la fisionomía que le habían dado los ingenieros reales del siglo XIII. La obra, dirigida por él mismo, se prolongará más allá de su fallecimiento, en 1879.
Unas fortificaciones impresionantes

Las impresionantes fortificaciones, visibles desde lejos en la campiña del Aude, se componen de dos recintos y de un castillo condal del siglo XII, el cual está rodeado de fortificaciones. Se extienden a lo largo de 3 kilómetros.

Protegida por estas murallas y sus 52 torres, la ciudad histórica, todavía habitada al día de hoy, alberga, entre otros, la notable basílica gótica de Saint Nazaire y Saint Celse. Las dos entradas principales de la ciudad fortificada, la Puerta Narbonesa en la fachada este y la Puerta del Aude en la fachada oeste, representan dispositivos defensivos particularmente elaborados.

El ambiente onírico de esta «ciudad decorado», marco ideal de los cuentos de apasionados de la Edad Media, ha atraído a numerosos directores de cine desde principios del siglo XX.
No se pierda

    El castillo condal se apoya en el recinto antiguo. Su cortina, sus torres redondas, su castillete de entrada, su barbacana y su foso lo transforman en excelente introducción a la arquitectura militar medieval.
    La basílica Saint Nazaire. Solo subsisten de la catedral románica la nave y sus colaterales, el coro románico ha sido remplazado por un crucero gótico a partir de 1270. Cinco cristaleras iluminan el coro, con la Vida de Cristo en el centro. Sus capillas albergan vidrieras famosas, el árbol de Jesse y el árbol de vida.
    Con sus dos enormes torres, la Puerta Narbonesa es una construcción notable concebida para el arte de la guerra, y las salas que se superponen a los diferentes niveles expresan los refinamientos de la arquitectura gótica.

 






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